RESUMEN:
El proceso de la secularización religiosa en el marco
de la Revolución francesa movió el eje de detentación
del poder de las manos del principe representante de Dios a las
manos del pueblo. En este desplazamiento tiene lugar una clara
y taxativa separación de la esfera religiosa y la esfera
civil. Con este traslado, el poder eclesial se ve subordinado
a la autoridad civil, y, con ello, la propia Iglesia debió
acorger una nueva ritualidad inaugurada por las exigencias republicanas
de la Revolución francesa. De manera que, una vez, sometida
la institucionalidad eclesial, los hombres religiosos hubieron
de someterse a una transmutación: la nueva condición
de ciudadanía y el ejercicio normativo de la misma requerida
por la autoridad civil para todos, laicos y clero incluído.
Estas notas es el producto de la reflexión sobre estos
hechos a los fines de ubicar, si me fuere posible, la atmósfera
doctrinal que dió lugar a la antítesis entre religión
civil y religión.
|